Mi nombre es Naiara. Soy antitaurina pero creo que no tanto como vosotros. ¡O sí! Soy antitaurina, repito, lo soy pero solo eso: AN-TI-TAU-RI-NA. Condeno, como todos vosotros, que el maltratro a un animal se denomine cultura y que los matadores de toros salgan a hombros, como héroes, de las plazas. Me da asco, vergüenza y rabia. Y no logro entender, por mucho que intenten explicármelo, cómo alguien se puede sentir orgulloso de ejercer ese trabajo. Ni cómo miles de personas pagan por ver semejante espectáculo. Todo ello me hace dudar, por segundos, de si esa gente tiene compasión, sentimientos y respeto. Lo dudaré siempre. Pero no estoy escribiendo estas líneas para criticar a la tauromaquia.
Estoy escribiendo esto porque vosotros sois los que estais demostrando no tener compasión, sentimientos ni respeto hacia una persona que ha fallecido. Ha muerto intentando matar, estamos de acuerdo. Y el animal lo único que ha hecho ha sido ganar la batalla, matar para vivir, también estamos de acuerdo. Sin embargo, este suceso no os da derecho a celebrar la muerte de una persona de 29 años. No os da derecho a alegraros por el luto de su viuda. Ni por el dolor que sentirá su madre. Ni de la impotencia de sus amigos. No teneis derecho a disfrutar con las cornadas que le han arrebatado la vida. Porque si esto os pone felices sois igual de bestias que ellos, los que disfrutan viendo morir a un animal.
Por último y me despido, quiero manifestar mi rechazo absoluto, una vez más, a los matadores de toros, a los que pagan por sentarse a ver cómo asesinan a un toro y a los que han disfrutado viendo morir a un torero, también. Nadie que se identifique en alguno de estos tres grupos de gente tiene para mí, compasión, sentimientos ni respeto.
Un saludo, por educación.
Un saludo, por educación.