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lunes, 13 de agosto de 2018

Nostalgia

Nostalgia. 
No sé si es un estado de ánimo, pero lo siento así. Cada vez que tengo unos días libres y mi cuerpo se detiene, la mente toma el relevo y comienza a funcionar. Rápido. Demasiado rápido, quizá. 
Nostalgia. 
No sé cuándo te irás, pero eres lo que me ha hecho volver a escribir, a sentir el impulso de compartir unas palabras con las personas que me leen al otro lado de la pantalla. Así que, gracias.
Nostalgia.

Tiene gracia que la última entrada que compartí se titule 'Tengo tanto que callar' y que haya pasado más de seis meses sin escribir. No penséis que no he publicado nada porque soy la típica que tira a la basura todos los papeles con tachones. La realidad es que no había escrito nada desde mediados de febrero y lo necesitaba como el respirar. 
Nostalgia.
Debe de haber alguna tecla en mi mente que hace click y ese click me incita a escribir sin pensar, de forma desordenada. Como no hay nadie que vaya a evaluar este texto no me importa ni preocupa su estética, sino su fondo. Siempre lo que más importa está en el fondo. El fondo del mar, donde nace la vida. El fondo de la copa de cava donde se refugia mi collar de oro cada Navidad. El fondo de pantalla, donde están mis sobrinos. El fondo, el fondo, el fondo. 
Nostalgia.
Qué bonito nombre tienes, Nostalgia. Eres dulce y bonita. Pero cómo dueles, cabrona. Dueles porque arrastras contigo a personas que se fueron y ya no volverán más. Hieres porque traes a mí imágenes, olores y sonidos con los que vuelvo a soñar hasta que te marches y me dejes de nuevo vacía.
Nostalgia.
Me hace gracia la capacidad que tienes de ponerlo todo patas arriba, de desordenarlo, de joderlo, en definitiva. Me dan ganas de estrujarte bien fuerte contra una pared y preguntarte si volverás, para marcharme antes de que llegues la próxima vez. Joder, Nostalgia siempre haciendo de las tuyas.

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