Han pasado 18 años desde que Miren nació. Nadie sabía que años más tarde, ella y yo íbamos a ser amigas, hasta convertirnos en hermanas.
Así fue. Día tras día sentíamos que la complicidad y el cariño crecían. Que los secretos dejarían de existir. Que los abrazos serían nuestro principal arma para defendernos y protegernos de cualquier persona que intentase separarnos.
Adoro cuando te digo "gracias", sonríes y me abrazas. Adoro cuando adivino lo que piensas mientras rodeas la cara para evitar que tus ojos lloren. También adoro cuando comenzamos a reír y se nos hace imposible parar. Todo eso es adorable, pero tú lo eres más.
Me encanta cuando discutimos, gritamos, y llega ese momento cuando paramos, permanecemos en silencio, y decimos a la vez, "perdona". Me enseñas tantas cosas, que me siento la persona más afortunada del mundo por tener las amigas que tengo.
Somos leales y respetuosas. Sinceras y cabezotas. Orgullosas. Cariñosas. Irónicas. Bordes. Muy bordes. ¿Hay algo mejor que esto? Nunca olvides que he estado siempre, sigo, y aquí permaneceré. Que las promesas se cumplen, y nosotras tres lo estamos haciendo. Que hoy va por ti, mañana por Miri, y pasado por mí.
Te quiero mucho, lo sabes. Y no debemos dejar que nadie dude de lo nuestro. Pronto, muy pronto, nuestra piel quedará marcada para siempre por nuestra palabra preferida, y entonces veremos que las hermanas, son para siempre.