miércoles, 11 de marzo de 2015

Hasta Cádiz.


No sé por qué cada vez que me subo al coche de mi padre me viene Cádiz a la mente. Quizá porque viví momentos preciosos. Quizá porque me gustan sus playas. O su olor. Y su calor, también. 

No sé por qué cada vez que sueño con escaparme, coger una mochila y montarme en un bus que no sea el que me lleva a la facultad, suena 'El Barrio'. Algunos me dicen que en otra vida fui gaditana. Yo me río. Otros me dicen que es el destino, que si en mis sueños y deseos es algo que continuamente se repite, será porque algo buenísimo me espera allí. 

En realidad "hasta Cádiz" se ha convertido en mi lema. Y significa tantas cosas...
Hay veces, que si está mi padre al lado, lo digo en voz alta. Sin embargo la mayoría de las veces me resigno a mirar por la ventana e imaginar que el bus 2314 se confunde y en vez de tardar treinta minutos en llegar a Leioa, tarda 12 horas y me deja en la playa de Zahora. Decía que se ha convertido en mi lema porque en esas dos palabras, en esas diez letras se refugian mis sueños más ocultos. 

Lo pienso cuando me despierto cansada o cuando me acuesto sin sueño. 
Lo deseo cuando planifico el horario de trabajo y escucho a los demás planear sus fines de semana. 
Lo busco cuando me subo al coche con mi padre, quien se perdería por los caminos que hay entre Zahara de los Atunes y Tarifa. 

Sigo sin saber por qué no sueño en ir a New York, Jamaica o Croacia. Pero quizá sí que sepa por qué sueño con Cádiz y es que no sé si es el lugar perfecto pero me basta con saber que está lo suficientemente lejos de... lo que tiene que estar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario