jueves, 13 de octubre de 2016
No seas perfecto, por favor
No tienes que ser perfecto.
No lo seas.
¿Quién te lo exije?
No le prestes atención.
No tienes que ser perfecto.
No lo seas.
Estamos para aprender a respirar, a andar, a hablar.
Estamos para disfrutar buceando.
Y para correr.
Y también para callar.
No tienes que ser perfecto.
No lo seas.
No tienes que gustar.
No tienes que convencer.
Gústate a ti mismo.
Y cuídate. Cuídate mucho, por favor.
Todo lo que hagas, que sea por ti.
Porque quieres.
Y porque te apetece.
Recuerda que no le debes nada a nadie.
Bueno, a ti mismo sí.
Y mucho. Te debes mucho.
No tienes que ser perfecto.
No lo seas.
Solo tú tienes el poder de cambiarlo todo.
Está en tus manos, aunque no lo veas.
Equivócate, arriésgate.
Y déjate llevar.
Solo así, al acostarte, sabrás qué es la satisfacción.
¿Quién te castiga cuando algo te sale mal?
¿Y quién te premia cuando lo haces bien?
Solo tú deberías decidir qué hacer y cómo hacerlo.
Solo tú deberías decidir si seguir buscando el tesoro de la perfección, o no.
Solo tú pero por favor, no escuches a quien te lo exija.
No lo hagas.
No.
No lo hagas, por favor.
P.D: Si quieres saber más sobre la felicidad pincha aquí.
jueves, 6 de octubre de 2016
Lunes de octubre, ¿son malos tiempos para sonreír?
Es lunes. Fijaos un momento en lo especiales que son los lunes. Y más si son de octubre. No sé por qué extraña razón me siento, siempre, más nostálgica.
Quizá sea por el otoño, que van cayendo las hojas al suelo y me da pena pisarlas.
Quizá sea porque los días se van acortando y al salir de la universidad me encuentro con que el sol se ha acostado hace rato.
El otro día comentaba con un amigo que ambos tenemos la gran adicción de escuchar a Rulo mientras viajamos en autobus. Es un placer hacerlo siempre y más cuando te paras unos minutos a mirar por la ventana, pensar y canturrear sin que el desconocido que tienes sentado al lado se dé cuenta.
Sin duda alguna, una de sus mejores canciones es 'Los lunes de octubre'. Es darle al play, cerrar los ojos y trasladarme a un lugar frío y oscuro donde solo estoy yo conmigo misma. Eso que es tan necesario, y tan pocas veces hago. Pensar en mí, estar conmigo y dedicarme algo de tiempo.
Esta canción habla de la ausencia de luz y felicidad los lunes. Los lunes de octubre. Y de otoño. Son meras metáforas y por eso calan hondo en mí. Al escucharla siento cómo se eriza mi piel porque duele oír cómo una persona se pregunta a sí mismo "dónde coño" se esconde la felicidad. Y cómo se lamenta de que los recuerdos no le dejan dormir, puede robarme más de una lagrimita.
Duele aún más cuando conoces personas que como Rulo, en algún momento, se cuestionan qué tienen que hacer para encontrar el ansiado bienestar. En la mayoría de los casos no hay que cambiarse de trabajo, carrera o piso. Tampoco suele ser necesario abandonar tu ciudad, coger un avión e ir hasta la otra punta del mundo. Ni dejar a tu pareja, amigos y familiares en busca de algo mejor.
¿La razón?
Para despojar esas dudas lo primero que debemos tener bien claro es que hay que cambiar el 'ser feliz' por 'estar feliz'. Con esta pequeña reforma en nuestra cabecita loca, valoraremos más positivamente la vida que tenemos y dejaremos de preocuparnos tanto por la maldita pregunta que tantas veces nos vemos obligados a contestar: "¿Eres feliz?" ¡A ratos sí y a ratos no, señores! Y no pasa nada, porque la felicidad es eso, un sentimiento. No es un estado permanente. No lo es, de verdad.
Lo segundo que tenemos que hacer es identificar todo lo que nos pone felices. Yo misma, en un solo día puedo encontrar varios motivos que me han puesto feliz y otros que me han enfadado o entristecido. Es una fórmula matemática muy sencilla que ayuda, y mucho, a ser conscientes de que todos los días hay alguna razón para sonreír y para sentir que lo que estamos haciendo merece ser premiado con eso, una sonrisa.
Y por último, si al terminar el ejercicio matemático reconocemos que tenemos más momentos negativos que de alegría o felicidad, es el momento de tomar decisiones y cambiar lo que esté relacionado con ello.
P.d: Si no has podido señalar ningún momento feliz, entonces sí que quizá deberías dejarlo todo, coger un avión y reformar esa cabecita loca.
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