Crecí siendo la más española de la kuadrilla, por eso de que no tenía ni un solo apellido euskaldun. Aunque con dos años entré en la ikastola y mis primeras palabras fueron en euskera y haya estudiado toda la vida en ese idioma, me hacían sentir española. Y yo no sabía lo que sentía, ni me preocupaba. Al cumplir la mayoría de edad comencé a tomar decisiones importantes por mí misma, casi sin consultar a mis padres y elegí estudiar Periodismo en castellano, por eso de abrirme más puertas.
Ayer, entre otras muchas cosas, me di cuenta de lo euskaldun que soy, de lo euskaldun que me siento con mis apellidos españoles. Criada en Eskoriatza, de padre cordobés y madre zamorana. ¿Yo? Vasca.
La verdad es que en mi adolescencia no me preocupaba la política y a mi entorno sí. La política de una manera muy cerrada y concreta que a mí en aquel momento no me interesaba. Tampoco las manifestaciones, ni las huelgas. Esto aumentó mi sensación de sentirme menos euskaldun que los demás, peor euskaldun que los demás. Pero todo cambió en la universidad. De pronto descubrí (y sigo descubriendo) decenas de frentes por los que luchar, personas más parecidas a mí con las que poder debatir por ejemplo, sobre la independencia vasca o catalana. Sí, vamos a hablar de ello. Yo también necesito expresarme.
Tal y como puse en mi cuenta de facebook personal, el miedo vence pero no convence.
"El miedo vence pero no convence", me dijo A.A., profesora de Filosofía hace ya cinco años (o más). En aquel momento no lo entendí, hoy sí. Veo a cientos de cuerpos de la Policía Nacional y Guardia Civil en Catalunya, poderosos con sus armas sembrando el pánico en las calles. Todo muy legal. Todo muy libre. Todo muy legitimizado. Esto es una locura, que en pleno siglo XXI se nos prohíba votar, que es la única forma democrática que existe para tomar una decisión. No soy catalana, soy vasca y orgullosa de serlo. Por eso no me identifico con las órdenes del gobierno central, con los representes que sabe quién sí ha votado para que estén pegando por mí, empujando por mí, disparando pelotas de goma por mí, tirando a ancianas al suelo por mí. No, en mi nombre no. Yo no hablo de independencia (que también sería interesante), hablo de democracia, de legalidad y coherencia. Los mismos que hoy encargan irrumpir en colegios electorales para incautar urnas y papeletas son los mismos que evitaron la entrada a sus sedes. Los mismos que presumen de no ser fachas sino españoles, lo hacen con el saludo fascista al alto y cantando el Cara al Sol. Repito: todo muy legal. No sé si ustedes son vascos, españoles o ambos; si son catalanes, españoles o ambos; me da igual. Solo pido que hagamos autocrítica, y mejor clavales rojos que armas. No sé, ¡digo yo!
Foto de Francisco Seco vía eldiario.es
Después de que miles de personas pidieran en las calles, justicia, paz e independencia la empatía hacia esa parte de la población ha ido en aumento. Ayer fue un día muy duro e histórico del que me siento responsable porque mis sobrinos, por ejemplo, lo estudiarán en los libros (o en los ordenadores). Estudiarán que un
1-Octubre muchísimos catalanes y catalanas tenían votos en sus manos y se enfrentaban a gente con pistolas, porras y muy mala hostia. Estudiarán que el odio lo generó el propio presidente del gobierno, un tal Mariano Rajoy que presidió España durante dos legislaturas y nadie supo nunca cómo ni por qué. A mis sobrinos les explicaré que me convertí en
periodista y que el día 2-Octubre la prensa se siguió dividiendo entre los que mienten y los que inventan. Y así, con todo.
"No ha habido referéndum de autodeterminación en Catalunya"
"España, una democracia madura y avanzada, amable y tolerante"
"Hemos sido un ejemplo para el mundo por nuestra capacidad
de creer en nosotros mismos"
"Hemos actuado con la ley y solo con la ley"
Pero estas líneas no son de desesperanza, ni de tristeza o amargura. Son líneas que quieren trasladar el orgullo que siento hacia el pueblo catalán porque compartimos un valor tan básico y necesario como es el de defender el derecho a decidir. Me hace mucha gracia esa gente que hasta el día de ayer permanecía callada, ignorando los casos de corrupción, los asesinatos machistas o la crisis económico-social y se lanzaron a hablar de cumplir las leyes cantando el Cara al Sol mientras hacían el saludo fascista. Entre risa y pena, me quedo con la risa que dan. Las personas que solo en casos de extrema alarma social como el de ayer escupen por la boca lo primero que se les viene a la mente, escriben insultos y aplauden las actuaciones policiales son las auténticas responsables de que existamos muchas personas que prefieren flores en vez de armas.
Por último dejar claro que yo todavía no tengo una opinión formada ni una conciencia consolidada sobre si la mejor vía para territorios como el de Catalunya y Euskadi sea la independencia pero que a mí nadie me prohíba hacer lo más democrático que hay: votar.