"Y es que empiezo a pensar,
que el amor verdadero es tan solo el primero.
Y es que empiezo a sospechar,
que los demás son solo para olvidar".
Siempre que me piden hablar sobre mi primer (y único) amor me cuesta mucho,muchísimo.
Me cuesta porque recuerdo sentimientos.
Recuerdo mil momentos.
Recuerdo cartas y regalos que se esconden en el fondo del cajón.
También recuerdo que antes me dolía el pecho al hacerlo, y que mis ojos se llenaban de lágrimas.
Ahora lo veo todo desde otra perspectiva, sonrío por lo que hace tiempo viví, y no lloro por terminarse.
El enamorarte es una de las sensaciones más bonitas que puedas experimentar; tan dulce como amarga, pero increíble.
Sirve para aprender, para hacerte más fuerte, para darlo todo por alguien, para ganar (o perder).
Yo viví algo muy intenso, los sentimientos se apoderaron de mí durante unos años, y no me abandonaron hasta que pude quitarme la benda de los ojos y verlo todo con claridad.
Ha sido la única vez que he llegado a querer a alguien sin que me importase el resto, y no me arrepiento.
Lo único que me preocupa es que todavía nadie me ha hecho sentir lo mismo, y puede que nadie lo haga, porque ni las gotas de agua son iguales.
Pero, ¿tendrá razón Amaia Montero cuando dice que el primer amor es el único verdadero y que los demás son solo para olvidar? No,no. Hay que darle tiempo al tiempo, el destino nos tiene reservada una persona para que algún día, en algún lugar la encontremos y nos haga sentir mucho más que en la primera vez.