-Buenos días cariño, ¿has dormido bien? -me preguntó Zaida con expresión preocupante-.
-Hola Zaida, sí...Supongo que sí - conseguí contestar-. Pero me duele mucho la cabeza, siento que no tengo fuerzas para levantarme de esta puta cama. ¿Qué hacemos aquí?
-Tranquilo Luca, la doctora estará al llegar. Todos los días viene a la misma hora cariño - dijo riéndose-.
-¿Todos los días? ¿Cúanto tiempo llevo aquí?
-Luca no me vaciles, por favor. -me advirtió-. Ya no tiene gracia.
-Zaida, ¿cuántos putos días llevamos aquí? ¡Dímelo! -grité-. ¡Dímelo!
De pronto se abrió la puerta, entró la doctora y Zaida aprovechó para pensar la respuesta que me daría a continuación:
-Unos días cariño, no te preocupes.
-¿Qué pasa aquí, chicos? -preguntó la amable doctora-. No tenéis muy buena cara hoy.
-Doctora, ¿cúantos días llevo aquí?- dije rápidamente-.
-Bueno Luca, llevas cerca de un mes. Veintisiete días, para ser exactos.
¿Perdona?
-Debes conservar la calma, pues te hará falta, ¿vale muchacho? -siguió hablando-. Te trajeron aquí sin conocimiento y tu cuerpo funciona con total normalidad aunque todavía no has recuperado la memoria. Estamos trabajando en ello. De hecho Zaida te está ayudando mucho, ¿verdad cielo? - se dirigió a Zaida pero no contestó-. Zaida, ¿estás bien?
-¿Qué? Ah sí, sí, doctora. Todo bien. ¡De puta madre! ¿Sabes qué? No aguanto más, Luca no mejora y yo quiero contárselo todo de una vez.
La doctora asesinó a mi chica con la mirada.
-¿Alguien me puede explicar algo? Me va a estallar la cabeza, joder. - dije mientras hacía esfuerzos por respirar-. Y el pecho también me duele.
Las dos mujeres que tenía a los pies de mi cama se miraron y Zaida se sentó a mi lado.
Se avecina tormenta.
-Luca cariño, estoy harta. Llevamos casi un mes aquí y todos los días mantenemos esta misma conversación. No consigues recordar nada. A la mañana cuando te has despertado tenía la esperanza de que hoy te estuvieras riendo de mí y recordaras algo.
-Pero yo sé quién eres, a ti sí que te recuerdo, ¿no ves que te he llamado por tu nombre?
-Sí pero no sabes cómo llegamos hasta aquí, ¿no?
-No, claro que no.
-Siento interrumpir pero tenemos que hacerte algunas pruebas Luca, en cuanto terminemos seguís charlando, ¿vale?
De pronto la doctora no me parecía tan amable como al principio y me sentía tonto, como si fuera un niño de cinco años al que le hablan lento y bajito para que lo entienda todo.
-¿Qué tal las pruebas Luca?- me preguntó Zaida en cuanto el celador me llevó a la habitación-. Siéntate.
-Estoy bien pero quiero seguir hablando de lo de antes. -le advertí-. Que no se te olvide.
-¿Cómo dices?
-Que me lo cuentes todo de una puta vez, Zaida. Te has quedado en explicarme cómo hemos llegado hasta aquí.
-¿Puedes recordarlo? Han pasado más de dos horas, Luca. ¡Estás recordando cariño!
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