Parece ser que en este país hay que mantener la boca cerrada, los ojos vendados y los oídos tapados para hacer feliz a Rajoy. Sí, sí; ahora se dedica a mandar callar a Rubalcaba. Y no es que yo defienda al socialista, es que defiendo la libertad de expresión y me parece vergonzoso que un político mande callar a otro. Está claro que no solo quiso silenciar sus palabras, sino que nos quiere callar a todos, seamos de izquierdas o derechas, vascos o madrileños.
¿Quién puede tragarse su opinión acerca de lo que se está haciendo en este país? Yo no acudo a manifestaciones, ni soy fiel a ningún partido, pero obviamente tengo mis propias ideas. Y nada de lo que estoy viendo me gusta; de hecho me da mucha vergüenza que en mi carné de identidad ponga España. ¿Sabéis por qué?
Porque me repugna que miles de pensionistas estén perdiendo su poder adquisitivo.
Porque me asquea que solo gracias a un milagro, los estudiantes logren tener una beca.
Porque me abochorna que miles de enfermos tengan que comprar medicinas con dinero que no tienen.
Porque me sofoca que los inmigrantes vayan a quedarse sin tarjeta sanitaria.
Y, porque entre muchas otras cosas, me llena de rabia que las mujeres tengamos que vernos sometidas a leyes tan arcaicas como la del aborto.
Por todo esto y mucho más no podemos callarnos, agachar la cabeza o rendirnos. Un cambio es posible, y no podemos dejar que lo que los políticos honrados han logrado se quede para el olvido. Hay que seguir defendiendo la igualdad entre hombres y mujeres, blancos y negros. Hay que seguir apostando por la sanidad y educación pública. Y ante todo, hay que recuperar a la clase obrera y sus valores.
No sé vosotros, pero YO NO ME VOY A CALLAR.
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