Se cumple un año desde que viajé a Madrid con Jon; no sé si fue el lugar o la compañía pero es uno de los viajes de los que mejores recuerdos tengo y los tengo guardados en fotografías:
Nada más montarnos en el bus nos sacamos esta foto y juro que al señor de atrás, que mira de una forma muy rara, no le hicimos nada.
Al llegar a Madrid comenzó a diluviar como si no hubiese llovido nunca y ¡adivinad! No teníamos paraguas. Por si eso fuese poco, en uno de los muchos pasos de peatones pasó un coche y me mojó de arriba abajo. En nuestro afán por ahorrar al máximo tuvimos que caminar durante algo más de una hora hasta llegar al hostal de la Puerta del Sol, con el mapa en el móvil.
Mojados, cansados y con muchísima hambre llegamos a la Puerta del Sol y allí nos esperaba el precioso hostal que en los próximos días se convertiría en nuestro pequeño hogar. Allí dormíamos y comíamos, poco más.
Prometimos despertarnos pronto y casi lo conseguimos. Nos pasábamos el día (y la noche) pateando por la ciudad. Nos enamoramos de Malasaña, de la Gran Vía y del Retiro. Allí andábamos, sacábamos fotos, alucinábamos con cada paso porque en todos los rincones se encuentra algo para mirar. Y para admirar, también.
Vimos museos, palacios, parques, cafeterías y pubs. Comimos en bancos, suelos, restaurantes y hasta en la cama. Fuimos al teatro, lloramos en el teatro. Bueno, lloré yo y Jon rió de la risa al verme.
Visitamos el barrio de Chueca y probamos sus gintonic. Fue una de las noches más divertidas porque nos sentíamos perdidos, hacía mucho frío y llovía pero nada nos arruinó la noche.
La verdad es que cada vez que siento ganas de escapar pienso en este pequeño viaje que tanto nos enseñó a los dos. Es impresionante cómo somos capaces de disfrustar 24 horas al día durante cinco días sin que nada ni dadie te importe más que eso: conocer, disfrutar, andar, comer, visitar...Perdernos y encontrarnos. Los sitios en los que más especial me sentí siempre tienen que ver con la misma sensación: sentirme pequeña. Eso me ocurrió en El Retiro, los Jardines Sabatini y en el Palacio Real. Los días que los visitamos hacía calor y el sol brillaba.
Pues así termino hoy, con algo diferente y a espera de vuestras impresiones. No dudéis en visitar Madrid porque si lo hacéis bien acompañados tenéis la mitad ganado, y como habréis podido comprobar en las fotografías hay lugares preciosos.
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