"Y que las ropas estén sucias o estén rotas casi nunca están reñidas con tener buen corazón".
Recuerdo que hace años, cuando era solo una pequeña ignorante, me asustaban los hombres de barba, sucios, sin dientes. Sí, esos que alargaban la mano para que alguien le diera unos céntimos.
Han pasado muchos años, y gracias a lo que he visto en la vida, mi miedo está superado. La verdad es que, siempre que veo pidiendo a una persona, rebusco en la cartera y le saco una sonrisa. Siempre que me piden comida o cartones, mi reacción es positiva, porque quién sabe lo que nos depara la vida. Puede que alguna vez tengamos que agachar la cabeza y pedir ayuda, y que nadie te eche una mano debe de ser muy duro.
Creo que no deberíamos generalizar con el bien y el mal, igual que lo hicieron filósofos como Tomás o Platón. Yo discrepo totalmente, no creo que exista algo absoluto, hay que buscar la felicidad y el bienestar en las pequeñas cosas de la vida, respetando al de al lado.
Hablando de respeto...¿Qué nos enseñan los políticos de hoy en día? Nada bueno. Cada día demuestran ante la mirada de ancianos hambrientos, niños sin escolarizar, jóvenes huyendo y adultos en el paro, que se puede dormir todas las noches habiendo robado a un país entero.
No es justo. No podemos seguir así. Los malos no son los que rebuscan en la basura; los malos son los de traje y corbata, los que se llevan maletines con NUESTRO dinero,esos billetes que padres como los míos los han ganado con sudor.
Para terminar quiero dejar claro que no todos los políticos son iguales, ya que muchos de ellos, en sus pueblos o ciudades pequeñas luchan noche y día para que la situación cambie, mientras otros, solo saben buscar culpables y no soluciones.