Se dice que una persona no se da cuenta de lo que tiene hasta que lo pierde. Es cierto. Muy cierto. Duele, y no poco.
Se dice que una persona debe dejar marchar a la razón de su sonrisa, a la que le hace sentir, pero ¿hasta qué punto debe cumplirse este disparate? Nunca hasta rozar lo patético como hice yo en su momento.
¿Sinceramente? No me arrepiento; gracias a mi inocencia y 'pocas luces' aprendí que dejar marchar a alguien, es la última opción. ¡Antes que llegar a ese punto hay que luchar!
Por todo esto, en ocasiones sentiremos fracaso, arrepentimiento. Pero no tenemos por qué sentirnos mal, ni mucho menos.
Antes que nuestros ojos lloren, y el corazón sienta un revés, debemos levantarnos. Pelear. Luchar. Soñar.
¿Qué nos queda si permanecemos inmóviles? El silencio rellenará todos y cada uno de los pequeños huecos de nuestro corazón, algo que no evitará sentir dolor cuando te cruces con tu primer amor. Cuando recuerdes el primer beso.
Por último, creo que deberíamos aplicar ese famoso 'carpe diem'. Disfrutar del 'aquí y ahora'. Disfrutar de la persona a quien tenemos al lado. Coger sus manos y besar sus labios.
Dejar atrás el pasado, y adelante el futuro. Para que así, no tengamos que echar de menos, lo que no supimos vivir en su momento.
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