"And all these words they come too late.
You could never compensate for this pain.
I should've said it all when I was close to you".
Es trece de enero, lunes. Esto ya se está terminando y cada vez estamos más cerca de cerrar los ojos y comenzar a soñar. No quiero. Me da miedo quedarme dormida y seguir soñando contigo, conmigo y aquel uno de enero.
Siempre recordaré esa noche como una batalla. Batalla perdida, pero batalla al fin y al cabo. O lección de vida, podemos llamarlo así también. A mí me enseñaron a no tener miedo, a ser consecuente con lo siento, y así lo hice. Aunque pude haberlo hecho mejor, y decirte que todavía te quiero, no estuvo del todo mal el hecho de reconocer que en algún momento de mi vida lo hice. No me atreví a pronunciar esas malditas palabras, pero a pesar del frío, del movimiento inquieto de mi pierna izquierda y tu cara de asombro, sé que lo pudiste sentir en mis ojos.
Puede que penséis que no sirviera de mucho que me abriera en canal, y que siga aquí sin él, pero os aseguro que es la mejor sensación que he experimentado nunca. Notar que las palabras salen por sí solas, sin pensarlas. Tomarte de la mano y aguantándote la mirada recordar lo feliz que me hiciste hace un año. Ese momento no lo cambio por nada.
Tengo una manera muy particular de luchar por alguien, lo sé. Cuando todo está perdido, cuando su mirada ya no me desnuda, cuando besa otros labios que no son los míos, entonces es cuando reacciono. Tarde y mal, lo admito. Pero reacciono.
Ahora que han pasado unos días y todos los sentimientos han sido expulsados, solo me queda decir que sé que aquellas palabras te llegaron tarde. Y sé que tenía que habértelas dicho cuando eras tú quien estaba a mi lado, esperando escucharlas.
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