"No hace falta que me quites la mirada para que entienda que ya no queda nada".
Algunos dicen que el destino baraja las cartas y nosotros jugamos con ellas. Otros creen, en cambio, que cada persona elige su camino sin que exista ninguna fuerza mayor que le incite a hacerlo.
Yo creo en la primera. Creo en el libro titulado 'Destino'. Creo que la casualidad no tiene sitio en el mundo, o por lo menos en el mío. ¿Por qué si no, por mucho que te evite, mi mirada se encuentra con la tuya?
Hay preguntas que se quedarán sin respuesta. Solo debemos interpretar la señales que nos regala la vida. Como por ejemplo,
que se te borren todos los números de teléfono menos el suyo. O que el semáforo que nunca se te pone en rojo lo haga por primera vez cuando él cruce delante de ti. Estas situaciones dan que pensar. Mucho. Muchísimo.
Pero no os confundáis: el juego llega a un punto en que se acaba. Pone fin, sin dar explicaciones. Y tú te quedas ahí, lamentándote por no haber seguido las señales en su debido momento.
Y claro, ya no queda nada.
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