Nunca imaginé tener que escribir un adiós a una red social pero el momento ha llegado. Eso sí, lejos de hacer una simple despedida por el cierre de Tuenti quiero que esto se convierta en un llamamiento para ti, que igual que yo, ya no apareces en fotografías grupales. Acostumbramos a salir de frente, de espaldas, de un lado y del otro. Recién levantados, antes de acostarnos, mientras desayunamos, comemos o cenamos. En la piscina, en la montaña, en la playa o en casa, qué más da. Lo que importa es que salgamos sin compañía. Y esa soledad es lo único verdadero de todas y cada una de las fotografías: no tenemos grupo. Pero tenemos seguidores. Cientos, incluso miles. Pero no tenemos compañía. ¡Vaya paradoja! Con Tuenti, esto no pasaba.
Revisando las miles de fotos que subí a esa red social me he reencontrado con mi yo adolescente. Joder, cómo lo echaba de menos. Con una cara llena de granitos, sin máscara de pestañas y con la misma melena que tengo hoy, me he recordado feliz. Pero feliz, de verdad. Las fotos que subíamos a Tuenti eran reales, sin previo aviso ni elementos de atrezo. Os juro que a mí no se me enfriaba la cena ningún día básicamente porque no sacaba fotos a mis cenas. Cenaba, y punto. Y después de cenar, nos sacábamos fotos. Muchas fotos. Y en ninguna aparecía sola porque no estaba sola; siempre estaba acompañada de mis amigas y de mis amigos.
Esto me ha llevado a otra reflexión: esas amigas y esos amigos, ¿dónde están? Ya no tengo sus números de móvil, ni recuerdo el timbre de sus casas. A algunas de esas personas les tengo como "amigos" en Facebook y de vez en cuando intercambiamos likes. Me avergüenza ser consciente de esto, en serio. Pasamos de salir a cenar todos los sábados, compartir confidencias y secretos en clase a girarnos la cara cuando nos vemos en la acera de al lado y por supuesto, hemos perdido todo contacto físico. Pero nos damos likes. ¡Eso que no falte!
Todavía me río al recordar los comentarios de las fotos: que si qué bonita la foto que sacamos hace un mes, que cuánto te quiero, que amigas para siempre, que mañana a qué hora quedamos, que los deberes de mates para cuándo son...Tuenti valía para todo, y todo lo hacíamos en Tuenti. Desde decirle a alguien que le querías "mogollón" a quejarte porque había tardado mucho tiempo en subir la foto.
¿Recordáis que antes no había instantaneidad?
No me extraña porque había que conectar la cámara al ordenador, esperar mil horas para que se descargaran todas las fotos y después elegir las mejores. Todas eran iguales y a la vez, diferentes. En aquellos momentos no sabíamos lo que era sacar fotos con buena luz, ni los ángulos ni planos que nos favorecerían más. Apretábamos el botón, se disparaba el maldito flash y ya teníamos foto. No posábamos, o rara vez lo hacíamos y aún así, seguían siendo fotos naturales, con los ojos rojos y sin filtros.
Echad un vistazo a vuestras redes sociales actuales. ¿Qué veis? Selfis de perfil, selfis de frente, selfis en el baño, selfis en la playa, selfis sin el brazo agarrando la cámara...No tiene gracis. Es alarmante cómo nos gusta aparentar, posar, recrear situaciones en vez de dejar que ocurran y retratarlas, sin más.
Parece que lo que no se comparte no existe, ¿verdad?
Con Tuenti también lo compartíamos todo pero lo hacíamos de verdad, sin retoques. Salíamos de fiesta, bailando en grupo, sin mirar a cámara, sin posar. Salíamos nosotras y no nuestras copas o cócteles como ahora.
¿En qué momento han cambiado las redes sociales?
¿Por qué hemos hecho que evolucionen así de mal? Nunca me imaginé subiendo fotos vacías al instante ni haciendo vídeos en directo, y lo hago.
No sé a quién se le ocurrió que resultaría más interesante poner morritos, hacernos las interesantes mirando al horizonte y repetir un movimiento "gracioso" repetidamente para crear un boomerang. Recordad, por último, que los momentos que merecían ser fotografiados siempre eran en compañía, ¿casualidad?