-Mira Luca yo le prometí a Zaida que te apoyaría y te cuidaría. Ella me pidió que te protegiera y que te quitara la idea de seguir buscándola, pero no puedo hacerlo. Tengo setenta años y aquí me ves trabajando y sola. No he tenido la oportunidad de luchar por mis sueños. Ni siquiera los tengo. Tú eres joven, tienes fuerza para superar cualquier obstáculo, y yo te animo a que sigas recorriendo ese infinito.
-Casi-infinito - le corregí-. ¿Por qué me dice esto ahora? Se supone que Zaida me ha prohibido seguir buscándola. No quiere que la encuentre. Y hay algo de peligro en esta historia que me asusta.
-Lo que te tiene que asustar es quedarte así, sin respuestas. Yo sé dónde puede estar, ella me habló de un sitio al que tenía que ir a menudo y justamente se encuentra en el trocito de mapa vacío. ¿Me entiendes?
-Quiero ir. Necesito ir a por ella y sacarla de donde esté metida, pero tengo miedo - admití llorando-. Tengo mucho miedo porque no sé qué me voy a encontrar.
-Es normal Luca. Yo también sentiría miedo pero será peor vivir siempre con la carga de no haber luchado por ella hasta el final.
Voy a buscarla. Está decidido. Cueste lo que cueste, la encontraré.
-Dígame dónde cree que está, por favor. Le prometo que volveré hoy mismo.
-Espero que sea con ella, Luca.
La señora desapareció y volvió con una servilleta donde estaba escrita la dirección. Lo copié en la aplicación del teléfono móvil y en unos minutos me encontraba allí: nervioso, cansado, agobiado y algo entusiasmado.Vivir tan al límite hacía que cada segundo que pasaba lo exprimiera al máximo.
De pronto me di cuenta de que la fachada donde me encontraba me resultaba familiar.
Puerta antigua de madera bañada en rojo, número ocho y una inscripción tallada en piedra: Será cuestión de veranos. Doy unos pasos hacia atrás, lo observo con detalle y caigo en que la imagen que estoy viendo es la misma que veía cada amanecer con Zaida, en mi habitación. ¡Me regaló un cuadro gigante con esta misma imagen! Me podría equivocar de puerta o número pero no de frase. Siempre me pregunté el por qué de esa inscripción pero nunca me lo dijo.
Comencé a tocar la puerta y nadie contestaba. Mis nervios hicieron que siguiera golpeando la puerta cada vez un poco más fuerte. Me dolían las manos, los nudillos estaban a punto de sangrar pero no podía parar. Mis pies también se unieron a aquella lucha entre la puerta y yo y conseguí que se moviera pero no lo suficiente como para tirarla abajo.
-¿Qué quieres? - me preguntó un hombre desde la ventana-.
No sabía qué decir. Estaba paralizado, no me salían las palabras.
-¿No oyes? - gritó-. ¿Qué cojones quieres?
-Yo...Yo solo quiero entrar. Estoy buscando a alguien que creo que vive aquí.
-Esto no es una vivienda chaval. ¡Serás gilipollas! Anda largo de aquí.
-No, no. ¡Espera por favor! Estoy buscando a Zaida.
-¡Será mejor que te marches, tío! Hazme caso y vete. - me advirtió bajando el tono-.
-Sé que está aquí. ¡Zaida! ¡Zaida! - comencé a gritar sin parar-. ¡Sé que estás aquí! ¡Sal! ¡Sal!
De pronto vi cómo la puerta se movía ligeramente y me callé. Pero nadie la abrió y aquel hombre seguía observándome desde la ventana. Él también parecía nervioso.
-Vete tío, en serio. ¡Vete! Yo no te puede ayudar, solo te digo que te vayas. Como llegue...Joder. ¡Vete!
¿Como llegue quién?
-Eres tú quien la tiene retenida, ¿verdad? ¡Eres un hijo de puta! ¡Cabrón!
Mientras yo seguía con mi repertorio de insultos y sacando toda la rabia contenida de días pasados, algo apareció por debajo de la puerta.
¡Es una nota! ¡Es una servilleta!
Dirígete al bar al que corresponde esta servilleta y márchate por favor.
Aquella letra no era de Zaida pero tampoco del hombre de la ventana porque seguía de pie, mirándome fijamente.
¿Quién me ha escrito esta mierda? Puede que sea otra pista más que me acerque a Zaida. Quizá sea el punto donde ella no quiso que yo estuviera pero ya nada importa. Debo ir.
Volví a meter la nueva dirección en el teléfono móvil, y aunque tardé más tiempo del que me imaginaba, en menos de treinta minutos me encontraba allí.
-Buenas, ¿qué quieres tomar? - me preguntó la camarera-.
-Hola, en realidad no vengo a tomarme nada. Me han mandado venir aquí para seguir buscando a Zaida.
-¿Has dicho...Zaida? Supongo que tú eres...-su cara de compasión avecinaba el desastre-. Tengo algo para ti, Luca. ¿Porque eres Luca, no?
-Sí, sí. Yo soy Luca, el novio de Zaida. O ex novio. ¿Qué tienes para mí?
-Una carta. Léela con tranquilidad, puedes sentarte en aquella mesa.
¿Otra carta? ¡Qué tipo de broma es esta! Se supone que Zaida hizo todo tipo de planes para que yo no llegara hasta aquí y me encuentro con que aquí también hay un escrito para mí. ¿Me ha mentido en la primera carta? ¿Y si se está riendo de mí?
Querido Luca:
Siento que hayas llegado hasta aquí con esperanzas de encontrarme o saber dónde estoy esperando a que llegues. Te equivocas y mucho; nunca he querido que me buscaras y mucho menos que me encontraras. Te dejé y con ello todo lo que vivimos se esfumó.
Yo ya te he olvidado. Te conozco y sé que te estarás preguntando por qué te escribo esto si he decidido dejarte. Pues verás...Reconozco que te has comportado muy bien conmigo y sé que todavía me amas. Necesitas saber que lo que hemos vivido ha sido una bonita historia de amor, como las de verano, pero en invierno.
Algún día me olvidarás y encontrarás a alguien, yo ya lo he hecho y por eso te dejo. No sé si me perdonarás que te haya hecho perder tanto el tiempo pero quería cerrar nuestro capítulo de una forma especial.
Que te vaya bien Luca.
Al terminar de leer la carta sentí como si una fuerza y energía desgarradora se apoderara de mí. Tiré la mesa y los taburetes de la barra al suelo, rompí el cuadro que adornaba una de las paredes y empujé a los clientes para que me dejaran de agarrar.
Me encontraba fuera de control. Solo sentía ganas de romper cosas igual que Zaida me acababa de romper a mí. No podía pensar con claridad, hasta que apareció ella en aquel bar.
-Luca cariño tranquilízate. Hazlo por mí. - me suplicó-. Te lo explicaré.
-Dígame dónde cree que está, por favor. Le prometo que volveré hoy mismo.
-Espero que sea con ella, Luca.
La señora desapareció y volvió con una servilleta donde estaba escrita la dirección. Lo copié en la aplicación del teléfono móvil y en unos minutos me encontraba allí: nervioso, cansado, agobiado y algo entusiasmado.Vivir tan al límite hacía que cada segundo que pasaba lo exprimiera al máximo.
De pronto me di cuenta de que la fachada donde me encontraba me resultaba familiar.
Puerta antigua de madera bañada en rojo, número ocho y una inscripción tallada en piedra: Será cuestión de veranos. Doy unos pasos hacia atrás, lo observo con detalle y caigo en que la imagen que estoy viendo es la misma que veía cada amanecer con Zaida, en mi habitación. ¡Me regaló un cuadro gigante con esta misma imagen! Me podría equivocar de puerta o número pero no de frase. Siempre me pregunté el por qué de esa inscripción pero nunca me lo dijo.
Comencé a tocar la puerta y nadie contestaba. Mis nervios hicieron que siguiera golpeando la puerta cada vez un poco más fuerte. Me dolían las manos, los nudillos estaban a punto de sangrar pero no podía parar. Mis pies también se unieron a aquella lucha entre la puerta y yo y conseguí que se moviera pero no lo suficiente como para tirarla abajo.
-¿Qué quieres? - me preguntó un hombre desde la ventana-.
No sabía qué decir. Estaba paralizado, no me salían las palabras.
-¿No oyes? - gritó-. ¿Qué cojones quieres?
-Yo...Yo solo quiero entrar. Estoy buscando a alguien que creo que vive aquí.
-Esto no es una vivienda chaval. ¡Serás gilipollas! Anda largo de aquí.
-No, no. ¡Espera por favor! Estoy buscando a Zaida.
-¡Será mejor que te marches, tío! Hazme caso y vete. - me advirtió bajando el tono-.
-Sé que está aquí. ¡Zaida! ¡Zaida! - comencé a gritar sin parar-. ¡Sé que estás aquí! ¡Sal! ¡Sal!
De pronto vi cómo la puerta se movía ligeramente y me callé. Pero nadie la abrió y aquel hombre seguía observándome desde la ventana. Él también parecía nervioso.
-Vete tío, en serio. ¡Vete! Yo no te puede ayudar, solo te digo que te vayas. Como llegue...Joder. ¡Vete!
¿Como llegue quién?
-Eres tú quien la tiene retenida, ¿verdad? ¡Eres un hijo de puta! ¡Cabrón!
Mientras yo seguía con mi repertorio de insultos y sacando toda la rabia contenida de días pasados, algo apareció por debajo de la puerta.
¡Es una nota! ¡Es una servilleta!
Dirígete al bar al que corresponde esta servilleta y márchate por favor.
Aquella letra no era de Zaida pero tampoco del hombre de la ventana porque seguía de pie, mirándome fijamente.
¿Quién me ha escrito esta mierda? Puede que sea otra pista más que me acerque a Zaida. Quizá sea el punto donde ella no quiso que yo estuviera pero ya nada importa. Debo ir.
Volví a meter la nueva dirección en el teléfono móvil, y aunque tardé más tiempo del que me imaginaba, en menos de treinta minutos me encontraba allí.
-Buenas, ¿qué quieres tomar? - me preguntó la camarera-.
-Hola, en realidad no vengo a tomarme nada. Me han mandado venir aquí para seguir buscando a Zaida.
-¿Has dicho...Zaida? Supongo que tú eres...-su cara de compasión avecinaba el desastre-. Tengo algo para ti, Luca. ¿Porque eres Luca, no?
-Sí, sí. Yo soy Luca, el novio de Zaida. O ex novio. ¿Qué tienes para mí?
-Una carta. Léela con tranquilidad, puedes sentarte en aquella mesa.
¿Otra carta? ¡Qué tipo de broma es esta! Se supone que Zaida hizo todo tipo de planes para que yo no llegara hasta aquí y me encuentro con que aquí también hay un escrito para mí. ¿Me ha mentido en la primera carta? ¿Y si se está riendo de mí?
Querido Luca:
Siento que hayas llegado hasta aquí con esperanzas de encontrarme o saber dónde estoy esperando a que llegues. Te equivocas y mucho; nunca he querido que me buscaras y mucho menos que me encontraras. Te dejé y con ello todo lo que vivimos se esfumó.
Yo ya te he olvidado. Te conozco y sé que te estarás preguntando por qué te escribo esto si he decidido dejarte. Pues verás...Reconozco que te has comportado muy bien conmigo y sé que todavía me amas. Necesitas saber que lo que hemos vivido ha sido una bonita historia de amor, como las de verano, pero en invierno.
Algún día me olvidarás y encontrarás a alguien, yo ya lo he hecho y por eso te dejo. No sé si me perdonarás que te haya hecho perder tanto el tiempo pero quería cerrar nuestro capítulo de una forma especial.
Que te vaya bien Luca.
Al terminar de leer la carta sentí como si una fuerza y energía desgarradora se apoderara de mí. Tiré la mesa y los taburetes de la barra al suelo, rompí el cuadro que adornaba una de las paredes y empujé a los clientes para que me dejaran de agarrar.
Me encontraba fuera de control. Solo sentía ganas de romper cosas igual que Zaida me acababa de romper a mí. No podía pensar con claridad, hasta que apareció ella en aquel bar.
-Luca cariño tranquilízate. Hazlo por mí. - me suplicó-. Te lo explicaré.