lunes, 13 de febrero de 2017
¿Quién dijo miedo?
Yo. Yo dije miedo y lo sigo diciendo.
Y sintiendo.
El miedo es ese compañero de viaje inseparable y a la vez prescindible. ¡Vaya paradoja!
Miedo a la oscuridad.
Miedo a quedarme sola.
Miedo al fracaso.
A la decepción.
Al engaño.
Miedo, en definitiva.
Desconozco si algún día dejará de temblarme la voz al hablar frente a cuarenta personas.
No sé si algún día dejarán de temblarme las piernas antes de un examen.
Lo desconozco y me da miedo. Sí, miedo.
No sé si podré desprenderme de él pero estoy segura de que aprenderé a convivir a su lado.
Juntos, de la mano.
Como los lunares que adornan mi piel.
Como alguna cana que se esconde entre mis rizos.
Lo conseguiré. Estoy segura.
El miedo no es malo, solo quiere que nos esforcemos en cada uno de los pasos que damos. En cada suspiro. Debemos sacar lo mejor de nosotras mismas.
El miedo no quiere que nos conformemos. Ni que nos relajemos.
Hagámosle caso: ponte miedos y quítatelos. Mientras vayas superándolos sentirás eso que algunos llaman SATISFACCIÓN.
Y así es como yo quiero despedirme hoy, satisfecha de hacer públicas estas líneas y vencer el miedo a reconocer que tengo miedo.
Sí, miedo.
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