Primera noche en Bilbao. Todo es un poco raro, pero me siento bien. Hace sólo unas horas que no veo a mi hombrecito, y ya lo hecho de menos. Pensaréis que estoy mintiendo, pero no lo hago.
He presenciado su llanto; sus lágrimas y gritos al ver que el bus donde yo estaba montada se marchaba dejándolo allí, sin mí.
Me cuesta saber que al levantarme no voy a prepararle la leche. Ni pasear de su manita.
Me cuesta saber que habrá horas muertas, las que hasta ahora ha ocupado él.
Me cuesta desprenderme de lo que más quiero, y tener que independizarme de él.
Después de llorar con estas simples palabras me quedo más tranquila, porque sé que soñará conmigo y que en cuanto la luz del sol entre por su ventana correrá a por el teléfono para llamarme.
Buenas noches.
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