sábado, 31 de agosto de 2013

Los imposibles también existen.

Imposible es olvidar el primer beso.Dejar de querer a alguien de tu misma sangre, por mucho daño que te haya hecho.

Imposible es mantener los ojos abiertos al estornudar.No conmoverte con la voz de Amy Winehouse.

Imposible es sentarme sin cruzar las piernas. Dejar de tocarme el pelo mil veces al día.

Imposible es evitar que se me ponga el bello de punta al tocar las toallas. O los manteles. O las hojas de papel.

Imposible es dejar de pensar. De escuchar tu voz interior.

Imposible es estar contigo. Dejar de quererte. Olvidarte. Reemplazarte.

Los imposibles también existen.

miércoles, 28 de agosto de 2013

'Cierra los ojos'.

SÉPTIMO CAPÍTULO:

Inmóvil y arropada hasta las orejas, no podía evitar recordar el sufrimiento que vivió durante años en la casa familiar.
Cada noche su madre marchaba a trabajar, y el padre de Martina quedaba encargado de acostarla, pero antes de eso jugaban.

Jugaban a hacerse daño, puesto que Martina no disfrutaba con lo que su padre le obligaba a hacer. Le acariciaba los hombros, le besaba en los labios, y terminó abusando de ella noche tras noche, durante varios años.

Durante la infancia pensaba que lo que aquel hombre le hacía era común entre las relaciones de padres e hijos, y al tenerle tanto miedo, nunca le confesó su sufrimiento a nadie.

Salió de la cama. Se secó las lágrimas que sus ojos derramaron al recordar dicha etapa, y echó a correr. Sin rumbo. Sin destino. Solo le apetecía huir del pueblo, de las miradas de la gente; de la soledad, de las ganas de dormir y no despertar.

Llegó a la playa donde se tumbó sobre la húmeda arena mientras unas tímidas olas mojaban sus pies. Gritó fuerte. Muy fuerte, hasta quedarse sin voz.

Hizo castillos de arena, que poco a poco se derrumbaban al igual que ella.

sábado, 24 de agosto de 2013

'Cierra los ojos'.

SEXTO CAPÍTULO:

Llegó al barrio de Ana, donde algunos niños correteaban bajo las atentas miradas de sus madres.
Allí se encontraba la suya, sentada en el banco, moviendo las piernas algo nerviosa.
Martina inspiró fuertemente, expulsó todo el aire y se acercó a su madre.
-Hola Ana - le dijo tímidamente mientras posó la mano en su hombro-.
-¡Hija, ya estás aquí! -exclamó-. Tenía muchas ganas de verte, me tenías preocupada. Te veo...Te veo muy delgada.
-Han pasado muchas cosas.
-Lo has dejado con la chiquita esa,¿verdad? Me he enterado por las vecinas. Creo que ya es hora de que empieces a hacer las cosas bien. Estás cayendo en picado desde que te fuiste de aquí.
-Si hemos quedado para que me digas las tonterías de siempre me voy; luego no te quejes porque no haya querido verte en ocho meses. Lo que estoy viviendo es muy duro, y mejor que yo no lo sabe nadie. Sé que estoy ahogándome en un puto pozo. Lo sé. Sé que te he hecho daño, que te he preocupado. También lo sé.
- No solo a mí cariño. A tu padre también le tienes preocupado. ¿No lo entiendes? Nosotros queremos lo mejor para ti, y no dejas que te ayudemos. Todavía no sé porque has desaparecido todo este tiempo, no lo entiendo. Quiero que vuelvas a casa, que salgas de donde te has metido. El amor lo encontrarás, todavía estás a tiempo.
-Tú no entiendes nada. No sabes nada. Eres demasiado tonta para descubrir el motivo por el que me fui, ¿verdad? Pregúntale a tu marido lo que pasaba en casa cuando trabajabas de noche. ¡Dile que te lo explique! - gritó mientras se alejaba del banco-.

Martina llegó temblando a su piso.Se tumbó en la cama, se tapó con el edredón y cerro los ojos. Fuerte. Muy fuerte.

lunes, 19 de agosto de 2013

'Cierra los ojos'

QUINTO CAPÍTULO:

     Ante eso, solo pudo secar sus lágrimas y marcar el número que perfectamente recordaba de memoria.
Esperó un tono, dos, tres, hasta cuatro. Fue entonces cuando deslizó el dedo en la pantalla táctil para colgar, puesto que nadie respondió.
Respiró aliviada. Sentía la obligación de hablar con Ana, pero deseaba no hacerlo. Hacía mucho tiempo que no escuchaba su voz, pero la recordaba constantemente. Sus manos...También las recordaba junto a las caricias que le solía regalar todas las noches que durante años pasaron juntas.

Martina se vistió con lo primero que se encontró tirado en el suelo, al salir del baño. Un pantalón negro, con una camiseta negra, acorde con su estado de ánimo.

Temía el hecho de salir al rellano, sentir las miradas de las viejas cotillas, escuchar los murmullos de los hombres al doblar la esquina.
Temía encontrarse con las que fueron sus alumnas, aunque podía ser peor cruzarse con las madres de estas.

Sea como fuere, le echó valor, y acompañada de unas (oscuras) gafas de sol, atravesó la puerta de su casa. Sintió el sol en su piel, el viento le puso el bello de punta. No paraba de mirar al suelo, al cielo, a los lados. Estaba nerviosa, ansiosa por llegar a su destino, aunque le fuera a costar algunos minutos.
Fue entonces cuando su teléfono sonó; era Ana, otra vez. Volvió a deslizar el dedo en la pantalla, pero esta vez en dirección contraria.

-¿Quién es? -preguntó Martina haciéndose la despistada-.
-Soy yo Martina - contestó una voz de mujer, más nerviosa que ella-. Supongo que tenemos que hablar, ya sabes dónde estoy. Aquí te espero.
-Está bien Ana, dentro de unos minutos llamaré a tu puerta.

Ana sonrió, Martiná cerró los ojos con fuerza deseando que todo fuera un sueño. No comprendía que tuviera que volver a aquel lugar, con aquella maldita mujer.

martes, 13 de agosto de 2013

'Cierra los ojos'.

CUARTO CAPÍTULO:

    La primera noche sin Raquel resultó complicada. Martina no dejaba de dar vueltas en la cama con el fin de encontrar la postura adecuada, pero no fue nada fácil puesto que le faltaba el calor de su chica.
El despertar fue todavía peor; acostumbrada a ser despertada con caricias y dulces besos, se tuvo que conformar con el desesperante sonido del despertador.

Se levantó de la cama, se miró en el espejo, y después de identificarse con la lamentable imagen que era plasmada, decidió darse un baño. Un baño que en principio, solo en principio, iba a ser relajante, pero no lo fue.
El teléfono no paró de sonar en lo que duró el baño, pero Martina no quiso contestar. Temía que fuera alguien del colegio, o algún familiar, incluso Raquel.

Salió de la bañera y esperó a que el agua desapareciera para secar su delgada figura. Despues de eso, cogió el teléfono móvil entre sus manos, y miró las cuatro llamadas que había recibido; dos de ellas eran de Ana, la mujer a la que odiaba desde hacía más de cinco años y las otras dos de un número desconocido.

No pudo contener las lágrimas al ver la pequeña pantalla del móvil, al ver el nombre de Ana en ella y todo lo que eso suponía.

Ante eso...

viernes, 9 de agosto de 2013

He vuelto a recordar...

Hoy he vuelto a visitar ese lugar  donde me encuentro a mí misma.
He vuelto a pisar la hierva, las flores que tanto me gustan.
He sentido el sol en mi piel, el aire fresco haciendo que mi cabello bailara.
Me he sentado, he leído el maravilloso libro que una gran amiga me regaló.
He disfrutado de la compañía de los míos, de los que me quieren, me protegen y me defienden.
He disfrutado de la soledad que he podido encontrar, para pensar y valorar lo que debo mantener en mi camino. Y he sacado muchas cosas en claro: a pesar de todo lo que he pasado, estoy pasando y pasaré, soy muy afortunada.
Afortunada porque tengo una familia que me quiere y que me enseñan que con esfuerzo, se puede lograr todo lo que uno ae proponga.
Afortunada porque conozco la amistad y el amor. Y esto va mucho más allá, puesto que me acompañan maravillosas personas con las que llevo más de 16 años viviendo momentos inolvidables. Otras personas han llegado más tarde, pero no por eso son menos importantes.

En definitiva, debo agradecer a la vida, que mantenga a las buenas personas a mi lado, y que haya 'eliminado' a las que no me aportan nada.
Con esto, todos podéis hacer lo mismo: reflexionar sobre quién os hace mejor personas para cuidarlas y mantenerlas a vuestro lado, y alejaros de las que solo oscurecen tus días.

sábado, 3 de agosto de 2013

'Cierra los ojos'.

TERCER CAPÍTULO:

      La fuerza que les unía era tan grande que prefirió perder su trabajo, antes que...
Besarla por última vez.
Dejar de sentir su aliento en el cuello.

La profesora se alejó del instituto con la cabeza agachada mientras cientos de curiosos la miraban, haciendo el camino que recorría diariamente, fuera lo más tenso posible. Estaba nerviosa; todo el pueblo se había enterado del romance que mantenía con su alumna y las consecuencias no tardarían en llegar.

Perdió su puesto de trabajo. Su reputación. El respeto. La ética. La moral. La profesionalidad. El sentido común.
Perdió tanto, que al encontrarse con los labios que decenas de noches hicieron que estremeciera, no pudo contener alguna que otra amarga lágrima.

La joven mantenía la mirada fija. Fría como el hielo y sin desperdiciar el tiempo en pestañear. Sudada, temblando, consiguió articular alguna que otra palabra:
-Lo siento, Martina. Siento que hayas perdido el curro, que todo el pueblo se haya enterado de lo nuestro. Siento que tus fantasías te hayan costado tan caras.
La profesora no daba crédito a lo que estaba escuchando y la cara le ardía mientras que sus músculos se tensaban.
-Siento que este juego termine así. Sé que no soy el tipo de chica que necesitas, ni el que te conviene. Pero también sé que te vuelvo loca y que harías lo que fuera por mí, ¿verdad Martina? - preguntaba con arrogancia la joven-.
-¡No sé cómo he estado tan ciega! -gritó desesperada la profesora-.No sé cómo he podido caer en tus redes, en tus sábanas y entre tus piernas. Así que para ti esto ha sido solo un juego, ¿verdad? Pues verás cómo juego yo de aquí en adelante. Te vas a cagar. Y aprenderás a reírte de quien yo te diga, ¡porque una niñata como tú no me va a hundir la vida!

Con un portazo Martina dio por finalizada la etapa más bochornosa de su vida. Se despidió de los besos, las caricias, las locuras... Pero abrió la puerta a la desesperación, al despecho y a la venganza.

jueves, 1 de agosto de 2013

'Cierra los ojos'.

SEGUNDO CAPÍTULO:
   
     El cabello de Martina estaba siendo iluminado por los primeros rayos de sol. Con la mirada clavada en la húmeda arena, se lamentaba por la locura que minutos antes había vivido junto a Raquel. Avergonzada. Arrepentida. Así se sentía la profesora que no paraba de pensar en la explicación que más tarde tendría que dar ante la mirada de padres, alumnos y profesores.

Raquel huyó desnuda gritando e insultando a todos los vecinos con los que se encontraba. Al llegar a su apartamento, agradeció que sus compañeras de piso no estuvieran allí.
Llenó la bañera de agua y espuma, se sumergió en ella y se quedó inmóvil durante horas, hasta que el agua estuviera tan fría que se vio obligada a salir. El teléfono no paró de sonar; algunas llamadas eran de Martina, otras , en cambio, eran del instituto.

No es de extrañar que la joven huya de los problemas, pero Martina todavía no se había acostumbrado a eso. Solía salir con mujeres y no con chicas tan jóvenes como Raquel, que todavía no era mayor de edad.
Solía salir a los restaurantes más caros de la ciudad, y con la estudiante lo más caro que había cenado fue una pizza familiar.

Toda su vida se había convertido en una paradoja. Martina se avergonzaba de sí misma, pero Raquel le resultaba demasiado atractiva para dejarla marchar. La fuerza que les unía era tan fuerte, que prefirió perder...