miércoles, 29 de marzo de 2017

Ander Izagirre viaja a las aulas

Ander Izagirre es un periodista donostiarra nacido en el año 1976. Hoy, a vuelto a las aulas para hablarnos de su libro 'Potosí' y sus experiencia como escritor. Ha admitido estar "algo obesesionado" con anotar todos los detalles, frases y escenarios que se relata en sus reportajes y libros, y es por eso que pocas veces utiliza la grabadora. 

Habla con soltura y sin tecnicismos, algo que valoro y mucho. Nos explica en qué consiste su trabajo, o mejor dicho sus trabajos porque admite que los "medios pagan muy poco" y combina sus trabajos individuales con "encargos" de periódicos, revistas u otros medios de comunicación. 

Izagirre es un periodista autónomo que paga los viajes con sus ahorros.
Él es de los pocos periodistas que se atreve a decir cuánto le pagan por una pieza e incluso pone precio y nombre de la empresa que le paga: "El Dominical de El Mundo me ha llegado a pagar entre 500 y 600€ por un reportaje", ha comentado. Sin embargo, asume que "hay proyectos que no son rentables", en los que no sólo no se gana dinero sino que los gastos superan cualquier cifra. 

Es lo que tiene ser periodista autónomo con vocación de "buscar historias que no las haya visto nunca contadas", como su libro 'Potosí'. Es una especie de reportaje largo, de 200 páginas, que se hace corto. Sí, repito: se hace corto. En cada página se encuentran datos, nombres y apellidos, historias de niños y niñas mineras, de las mujeres de los mineros que te dejan cuanto menos, boquiabierta. Es impresionante cómo con la calidad de las descripciones, con la veracidad de los diálogos y con la cantidad de datos objetivos que se acumulan entre las líneas me ha hecho viajar allí, al Cerro Rico de Potosí (Bolivia).  

"Cuanto antes te des cuenta de que eres un ignorante y que necesitas ayuda, mejor", nos dice. Ander Izagirre practica el periodismo viajando, yendo al lugar donde se encuentran las historias que merecen ser contadas, como la de 'Potosí'. En este libro encontraréis testimonios que Izagirre ha conseguido no solo entrevistando a los personajes sino "acompañándolos", porque en los momentos más cotidianos, en sus rutinas, en sus hogares o lugares de trabajo cuentan cosas que difícilmente contarían en una entrevista al uso. 

'Potosí', un relato impactante. Crudo. Real. Una historia, la de Alicia, que te marcará para siempre.


lunes, 27 de marzo de 2017

Síndrome del bloqueo, ¿de qué?



Yo sufro, con normalidad, el síndrome del bloqueo del escritor. Ni siquiera sé si es un síndrome pero en mi vida, ha tomado ya ese significado. Este blog, el día 19 de mayo cumple cuatro años y llevo varios meses cumpliendo uno de los objetivos que me ponía cada uno de enero, desde que lo abrí: actualizarlo periódicamente. Pero no una vez al mes, sino que un post por semana, mínimo. ¡Lo he cumplido y no puedo estar más orgullosa de mí misma! Sin embargo, debo admitir que muchos días me siento frente al cuaderno de notas y no me sale nada. Me explico: no me sale nada que merezca ser publicado, o eso creo. Pruebo con ponerme frente a la pantalla del ordenador, y tampoco. Nada. Bloqueo del escritor, lo llaman. Y de la escritora, añado yo. Aunque me parece un atrevimiento denominarme escritora pues solo aspiro a soñar con serlo.

Los mejores momentos, en los que me viene la inspiración, es cuando viajo en el autobus o estoy trabajando. Justo cuando no tengo un papel a mano, justo cuando no puedo parar a buscar un boli y anotarme esas preciadas palabras, me desbloqueo. Gracias a esos breves e intensos momentos mi blog sigue adelante, porque las mejores ideas nacen cuando menos te lo esperas y para eso existe la memoria. ¿Memoria? A quién quiero engañar, no suelo memorizar absolutamente nada. Después de que surja ese halo de esperanza, esa palabra que ha hecho que mi mente se ponga en erupción como un volcán, ya no tengo miedo de tomar el cuaderno de notas o teclear en el portatil: sale solo.

Cuando publico mi texto, crecen otros miedos. ¿Le gustará a mis seguidores? ¿Cuántas visitas obtendré? ¿Lo compartirán en sus perfiles sociales? "Sí, claro que les gustará", sorprendo diciéndome a mí misma. "Y voy a conseguir más visitas que en el post anterior", sigo. "Es tan bueno que deberían compartirlo para que más gente pueda acceder al contenido", me piropeo. Si lo comentara en alto me avergonzaría de mí misma y ahora al verlo aquí escrito ya me estoy poniendo nerviosa. Pero espera.

¿No es acaso natural sentir placer por los logros conseguidos y, más aún, satisfacción y hasta amor por el propio trabajo y deseo de reconocimiento por lo que uno ha hecho? ¿No es éste el auténtico antídoto contra el odio hacia uno mismo que tanto ahoga la creatividad? ¿Qué podría haber de malo en el afán por sobresalir, de aspirar a elevarse y ser lo mejor posible, de querer que se lea nuestra obra y sea apreciada por el mayor número de personas?
VICTORIA NELSON

Si hay algo que he ido aprendiendo, además de amar a la lectura, es que la vida nos tiene preparada, siempre, a varias personas para que nos amen y odien, respeten e insulten, comprendan y juzguen. Parece que he elegido una mala profesión, la de periodista, pues nuestro trabajo depende de la valoración del resto del mundo: editor, crítico, lector. Sin embargo, no debemos pecar de adorarnos. Es decir, no tenemos que adoptar, bajo ningún concepto, el típico complejo de ser abuela de tí misma y piropearte, decirte lo maravillosa que eres y lo bonito que escribes cada día. Esto es igual de peligroso que castigarte, juzgarte y odiarte a ti misma. Hay que viajar en busca del equilibrio pues es ahí donde encontraremos la calma suficiente como para ser ambiciosos, sin excesos. Necesitaba tanto esta reflexión, y yo sin saberlo, que las siguientes palabras quedarán enmarcadas en la pared de mi habitación:

Para escribir, hay que evitar la ambición. De lo contrario, la meta será otra: algún tipo de poder ajeno al del lenguaje. Y el poder del lenguaje es, a mi entender, el único al que tiene derecho el escritor.
CYNTHIA OZICK

lunes, 20 de marzo de 2017

¿Madrid? Siempre será una buena opción


Se cumple un año desde que viajé a Madrid con Jon; no sé si fue el lugar o la compañía pero es uno de los viajes de los que mejores recuerdos tengo y los tengo guardados en fotografías:

Nada más montarnos en el bus nos sacamos esta foto y juro que al señor de atrás, que mira de una forma muy rara, no le hicimos nada.  



Al llegar a Madrid comenzó a diluviar como si no hubiese llovido nunca y ¡adivinad! No teníamos paraguas. Por si eso fuese poco, en uno de los muchos pasos de peatones pasó un coche y me mojó de arriba abajo. En nuestro afán por ahorrar al máximo tuvimos que caminar durante algo más de una hora hasta llegar al hostal de la Puerta del Sol, con el mapa en el móvil. 


Mojados, cansados y con muchísima hambre llegamos a la Puerta del Sol y allí nos esperaba el precioso hostal que en los próximos días se convertiría en nuestro pequeño hogar. Allí dormíamos y comíamos, poco más.


Prometimos despertarnos pronto y casi lo conseguimos. Nos pasábamos el día (y la noche) pateando por la ciudad. Nos enamoramos de Malasaña, de la Gran Vía y del Retiro. Allí andábamos, sacábamos fotos, alucinábamos con cada paso porque en todos los rincones se encuentra algo para mirar. Y para admirar, también.




Vimos museos, palacios, parques, cafeterías y pubs. Comimos en bancos, suelos, restaurantes y hasta en la cama. Fuimos al teatro, lloramos en el teatro. Bueno, lloré yo y Jon rió de la risa al verme.


Visitamos el barrio de Chueca y probamos sus gintonic. Fue una de las noches más divertidas porque nos sentíamos perdidos, hacía mucho frío y llovía pero nada nos arruinó la noche.


La verdad es que cada vez que siento ganas de escapar pienso en este pequeño viaje que tanto nos enseñó a los dos. Es impresionante cómo somos capaces de disfrustar 24 horas al día durante cinco días sin que nada ni dadie te importe más que eso: conocer, disfrutar, andar, comer, visitar...Perdernos y encontrarnos. Los sitios en los que más especial me sentí siempre tienen que ver con la misma sensación: sentirme pequeña. Eso me ocurrió en  El Retiro, los Jardines Sabatini y en el Palacio Real. Los días que los visitamos hacía calor y el sol brillaba.




Pues así termino hoy, con algo diferente y a espera de vuestras impresiones. No dudéis en visitar Madrid porque si lo hacéis bien acompañados tenéis la mitad ganado, y como habréis podido comprobar en las fotografías hay lugares preciosos.

lunes, 13 de marzo de 2017

Divisiones por doquier

El debate de la gestación subrogada ha llegado para quedarse.

Periodistas y políticos han hecho de las redes sociales su Congreso

particular donde intercambian opiniones con la ciudadanía.



Encontrar respuestas cerradas se complica cuando lanzas la siguiente bomba: ¿La Gestación Subrogada y el feminismo son compatibles? Nadie se atreve a responder con un simple sí o no. Nadie. De hecho, es tal el desconocimiento y el interés que este debate ha generado, a partes iguales, que se ha colocado en la primera línea de círculos sociales, políticos y mediáticos. La gestación subrogada rellena páginas de diarios, se convierte en trending topic (día sí y día también), por lo que se ha ganado el título de ser uno de los temas más polémicos del panorama actual. Todas las personas tienen algo que decir.

Elisa Beni, periodista y abiertamente "huérfana de izquierdas y feminista", no consiente llamar a la práctica Gestación Subrogada como lo hace la Organización Mundial de la Salud: gestación por sustitución o gestación subrogada, valga la redundancia. Argumenta que son eufemismos y "trampas" para convertir esta práctica de reproducción asistida en una "mera transacción legal". Dichos términos se entienden de diferente manera "principalmente por razones ideológicas" según explica Andrea Momoitio, periodista y coordinadora de Pikara Magazine. Paco López, miembro de la asociación Son Nuestros Hijos (SNH), se queja: "Decir vientre de alquiler es vulgar porque las partes del cuerpo no se alquilan y las personas tampoco. Se ha asumido que es algo que hacemos pero no es verdad. La historia de nuestras familias no tiene nada que ver con esto". Él es padre por gestación subrogada y teme que la forma peyorativa de referirse a esta técnica tenga como consecuencia que sus hijos puedan ser señalados en el colegio como "hijos comprados o alquilados".

La gestación asistida ha levantado ampollas, es una realidad. Y también lo es que miles de parejas españolas, tanto heterosexuales como homosexuales, viajan al extranjero para poder formar sus propias familias: "Tenemos que desplazarnos a países lejanos donde sí que existe una legislación al respecto", dice López. Los países a los que se refiere son Canadá o Estados Unidos (California, Washington o Florida, entre otros) y allí pagan grandes cantidades de dinero. .

-Según los datos la mayoría de las parejas que forman su asociación
SNH, han tenido que pagar desde 5000€ hasta 40000€, dependiendo
del estado donde se pague por la gestación asistida. ¿Por qué se paga?
-Son procesos caros que no están al alcance de todos y esta es una de
las razones por las que luchamos por su legalización en España. El
esfuerzo de una mujer que se presta a gestar a quien va a ser nuestro
hijo merece una compensación por todas las molestias que lleva
ocasionadas el embarazo. El dinero tiene que ir acorde con todo ese
tiempo que va a dedicar a gestar al bebé y tiene que servir para cubrir
todo los gastos para ella: ropa, transporte, desplazamientos clínicos, todo.

Los padres por gestación subrogada como Paco López lo llaman compensación, otras como Elisa Beni, "mercantilización". Sea como fuere, ambos extremos se unen en el siguiente punto: el dinero es un problema para los países que ilegalizan la gestación asistida, o para los que no la regulan. "La compensación tendría que servir para suplir los gastos del embarazo que se le ocasionen a la gestante. La cantidad no puede ser ridícula porque no sería justo que ella tuviese que pagar nada. Tampoco pueden ser cantidades de dinero altas como para que hubiera mujeres que se dedicaran a gestar bebés para otras personas con el objetivo de recibir la compensación económica y vivir de ello. Tiene que haber un equilibrio", explica López. En Gran Bretaña es legal la gestación asistida de forma altruista: "De 271 bebés que han nacido mediante esa técnica, 250 han llegado al país desde el extranjero", cuenta Beni. "No hay mujeres inglesas que necesiten el dinero", añade con ironía. López, sin embargo, tiene fe:

-Cree que se podría implantar un sistema altruista en España?
-Confiamos y creemos en ello. Las gestantes son mujeres maravillosas
que están a lo largo de las vidas de nuestros hijos. Las visitamos y
mantenemos un vínculo con ellas. Esto es símbolo de que no lo hacen
por dinero porque si no, no se generaría este tipo de relación.
Proponemos que la legalización sea altruista y ética.

Beni critica la razón por la que "los alquiladores españoles" (padres y madres por sustitución) quieren legalizar la gestación asistida: "Se están encontrando con el problema de que cuando van a contratar a otros países, les han comenzado a pedir que exista reciprocidad jurídica para asegurar que los niños van a ser inscritos".

La gestación subrogada, además de partir la sociedad en dos también lo ha hecho en el Congreso. Allí, el Partido Popular y Ciudadanos se muestran abiertos a debate, e incluso estos últimos tienen ya un programa para regularlo: "Garantizaremos los derechos de todas las personas intervinientes en el proceso y en especial los de los menores", explica la diputada Patricia Reyes a El País. "Vamos a luchar para que estas familias puedan disfrutar de los mismos derechos que dan las prestaciones por maternidad y paternidad", prometió Albert Rivera en campaña. Las formaciones más progresistas y de izquierdas como lo son Podemos y el PSOE, sin embargo, se muestran reacios, lo que no llama la atención de Momoitio porque "responden a la puesta que tienen de no mojarse". Marisol Pérez, diputada del PSOE, participó en el debate online que organizó en febrero El País y dijo lo siguiente: "Hay más de 1,5 millones de niños huérfanos en el mundo. No seamos egoístas. Mejoremos la adopción y la acogida porque tenemos estas otras opciones antes que utilizar el cuerpo de una mujer". Palabras que causaron dolor en la asociación SNH: "Se nos tacha de egoístas porque se nos atribuye la necesidad de tener nuestros propios hijos biológicos y en la mayoría de los casos hay que recurrir a donantes de esperma o de óvulos. Además, lo que hace que un hijo sea hijo, es otra cosa: es el cariño, el estar ahí, el acompañar a una persona en su crecimiento. Nosotros no consideramos que el vínculo genético te haga más o menos padre".

Tal y como explica Momoitio, en el movimiento feminista "hay mucha división" ya que un sector se ha mostrado "claramente en contra y el otro a favor". ¿Es esto un problema? "Las feministas hacemos hincapié en el cuerpo de las mujeres porque ha sido históricamente instrumentalizado", explica Beni. "Todos los que entendemos que el ser humano no puede ser objeto de mercantilización estamos de acuerdo en que esta práctica siga ilegalizada. Pero ahora le han dado una vuelta de tuerca con un falso concepto de libertad", añade. Paco López lo tiene claro: "Por supuesto que la gestación subrogada y el feminismo son compatibles". En las redes sociales han ido apareciendo feministas que se han atrevido a declararse pro-gestación subrogada, algo que Momoitio respeta "muchísimo" porque se hace en base a unos argumentos y a una forma de "entender en el mundo". Paco López cuestiona lo siguiente: "Hay voces dentro del feminismo que quieren que una mujer tenga libertad total para decidir lo que hace con su cuerpo. ¿Por qué alguien le va a decir que no puede gestar para otros, si su deseo y su decisión es hacerlo?". La periodista Beni, por el contrario, critica que la libertad que le "predican" a la mujer siempre se refiera a que tome decisiones que "benefician a los hombres". Momoitio considera que hay un error en el enfoque de la gestación subrogada: "Lo más importante de este tema creo que es que se empiece a hablar de qué le pasa a la gente con la obsesión de formar familias y tener hijos. Esta es una de las imposiciones más grandes del heteropatriarcado".

Desde la asociación Son Nuestros Hijos desean una regulación que no permita "situaciones de injusticia y mercantilización". Paco López explica que una leyevitaría que existieran "casos en los que se le obligue a alguien a hacer algo que no quiera" porque esto ocurre en aquellos países en los que hay una mala regulación. "El objetivo es común: no a la mercantilización del cuerpo de la mujer. Caminamos en la misma dirección pero hay una falta de comunicación que quizá sea la auténtica responsable de que haya determinados grupos del feminismo que no entiendan lo que buscamos", cuenta preocupado. "No buscamos causar un agravio a nadie", añade. Cada día nuevas parejas se embarcan en agotadores viajes que duran más de las cuarenta semanas del embarazo, pues lo más largo suele ser la burocracia y conseguir la inscripción de los bebés en el estado español. Desde SNH piden una regulación garantista de la gestación subrogada para todas las partes: "Queremos que una familia española pueda hacerlo en su país, que una mujer pueda prestarse a ayudarnos libremente y que nuestros hijos tengan los mismos derechos que los demás". Si a esto se le suma la idea de que, por fin, se comprenda que es "muy feminista que una mujer pueda hacer con su cuerpo lo que quiera", familias como la de Paco alcanzarían su "máximo objetivo".

miércoles, 8 de marzo de 2017

Seamos bonitas

Mujeres, me dirijo a vosotras. Seamos bonitas, ¿por qué no?
Si "calladita estás más guapa", seamos bonitas abriendo la boca.
Si el "déjate llevar" no es para ti, anda. Camina. Con o sin tacones, eres libre para elegir. O al menos creámoslo y serás bonita.
Bonita de admirar, más que de mirar, porque nada nos hace más bellas que levantarnos cada mañana y luchar por ser quien queremos ser. Mujeres que piensan, que actúan. Mujeres que escriben, que leen, que bailan. Mujeres que investigan, que pintan, que conducen. Mujeres que hacen deporte, que ganan medallas y campeonatos mundiales. Mujeres que siguen cosiendo, cocinando y fregando. Mujeres que no se rinden, que no se conforman.
Mujeres, unámonos que tenemos mucho que pelear y hay que hacerlo juntas. ¿Cómo va a ser de otra manera?
Si todavía, al ver a una mujer con falda corta dices, "esa lleva una camiseta larga, se le habrá olvidado ponerse la parte de abajo", vamos mal.
Si todavía, cuando una compañera de trabajo asciende de puesto piensas "¿a qué despacho habrá ido para conseguirlo?", vamos mal.
Deberíamos protegernos entre nosotras, de verdad.
Cada día nos acosan, violan, desprecian, infravaloran y nos matan. Digo "nos" porque esto es una guerra, si tocan a una tocan a todas.
Seamos bonitas gritando en las universidades, en las calles, en los puestos de trabajo.
Seamos bonitas luchando para que la ley de Igualdad se cumpla. 
El silencio y la corrección ya no está hecho para nosotras.
El conformismo, tampoco.
El rimel, el número de talla y la medida del tacón, sí son "solo" para nosotras pero recuerda que utilizar un tallaje u otro no nos hace mejor o peor que las demás y la largura de las pestañas, tampoco.
Termino ya porque sé, mujer, que no dispones (casi) de tiempo; algo verdaderamente paradójico porque el día tiene 24 horas: 1440 minutos. Somos parte activa de todas y cada unas de las sociedades del mundo, invierte algo de tiempo en ti también. Seamos bonitas cuidando (también) de nosotras, trabajando (también) para nosotras, sirviéndonos (también) a nosotras.
Seamos bonitas, ¿por qué no? Si ser bonitas lo entendemos como ser admiradas, y no miradas. . Luchemos, primero, por nosotras ya sabemos que nadie nos dará nada hecho. Y además, no lo queremos.

lunes, 6 de marzo de 2017

Lo que no se comparte, ¿existe?

Fotografía de Yolanda Gibaja

Un lunes me desperté y supe que todo había terminado. Los paseos, las charlas, las tardes de cine, las noches de baile, las cenas improvisadas, las risas. Todo terminó y nadie se enteró por nuestra culpa. O gracias a nosotros, no lo sé. Todavía hoy, lo desconozco.

No recuerdo ninguna foto en la que salgamos juntos. De hecho cuando quedábamos, no tocábamos el móvil y durante algunas horas, dejábamos de estar conectados. Mis amigas no sabían que los domingos él me llevaba al cine, y que los viernes yo le llevaba a bailar. Ni siquiera saben que sé bailar. Sus amigos tampoco supieron que los martes, mientras jugaban al baloncesto, él me mandaba decenas de mensajes contándome lo mucho que me echaba de menos. Yo hacía lo mismo los jueves cuando salía con las compañeras de clase y le enviaba fragmentos de las canciones que me recordaban a él, a mí y a lo nuestro. 

Estábamos conectados. Todo el rato. Excepto cuando dormíamos juntos. Aquello era paz, solo paz. Su pecho mi lugar favorito y mis manos su refugio. No necesitábamos sacar una foto y subirla a las redes. Ni tuitear sobre el restaurante al que le llevé para celebrar nuestro primer aniversario. Ni nos dedicábamos frases filosóficas en el tablón de facebook.

Juro que él existe.
Juro que yo existo.
Y juro que lo nuestro existió. 
¿Desconexión o conexión?
¿Lo que no se comparte existe?