miércoles, 27 de noviembre de 2013

¿Qué quieres ser de mayor?




A lo largo de los años habremos contestado a miles de preguntas. Millones, incluso. Algunas simplemente con un "sí" o por el contrario, con un "no". Esas son las fáciles. Las que no necesitan ningún tipo de pensamiento.

Hace unos años que empecé a torturarme con el futuro. Me veía en la situación de decidir cómo quisiera ser, en vez de mirar cómo soy. Intentaba cambiar rasgos físicos para parecerme a la chica más guapa de clase. Quería triunfar en la vida, ganar dinero.

¿Realmente es eso el triunfo? No. Estaba muy confundida, pues desconocía que triunfar es lo que estoy haciendo ahora. Reír todos los días, amar a las personas que me rodean, echar de menos a las que no están, estudiar lo que me gusta y trabajar en lo que puedo. Eso es el triunfo para mí.

Manchar papeles con mis letras, cantar como una loca aun sabiendo que lo hago fatal. Mirarme en el espejo y sentirme orgullosa de lo que veo, porque soy lo que quiero ser. No lo que a los demás les gustaría que yo fuese. Y tú deberías hacer lo mismo. Piensa por ti misma y ríe con los demás, pero nunca hagas lo que los demás exigen, si tú no quieres hacerlo.

Cuando de pequeña me preguntaban qué quería ser de mayor respondía "profesora". Ahora...Ahora solo quiero ser feliz. Disfrutar de mi vida, que lleva por nombre Unai, conservar a mis verdaderos amigos. Conocer gente nueva que me aporte cambios positivos, sin olvidar a quien siempre ha estado ahí: la familia. Ya no me importa estar contigo o sin ti. Ya no me importa quererte u olvidarte. Ya no me importa nada que tenga que ver contigo, porque de hoy en adelante, el pasado ha pasado.

Así que cuando os pregunten qué queréis ser de mayor, no dudéis en desear ser felices. Porque entre todos, podemos hacer que todas las personas del mundo sonrían, como mínimo, una vez al día.

Buenas noches.

martes, 12 de noviembre de 2013

Quiero...

Quiero algo como el viento de las madrugadas. Que me salude enérgicamente por las mañanas, que me entretenga con las historias que arrastra por las tardes y que me cante por las noches hasta que me quede dormida.
Quiero que nada más despertar huela a café y tostadas recién hechas. Que lo inesperado se convierta en nuestras costumbres.
También quiero algo como una caja de sorpresas. Meter la mano y que aparezcan secretos, recuerdos y sueños por compartir.
Quiero algo sincero; quiero verdades.
Nada de veranos; lo que yo quiero es compartir mantas en invierno. Chocolate caliente, caminar bajo el mismo paraguas. Odiar el frío y buscar el calor.
Eso es lo que quiero.

domingo, 10 de noviembre de 2013

'Cierra los ojos'

DECIMOTERCER CAPÍTULO:
El abrazo más cálido que nunca nadie le dio. Entre sus brazos se sentía segura, protegida, cómoda. Sentía que los ojos que la miraban hacían que se ruborizara por momentos, pero nada importaba. Las olas del mar acompañaban para que el plan fuera casi perfecto. Tranquila; se sentía tranquila.
-Gracias. Si no fuera por ti, ahora mismo me sentiría una mierda.
-¿Una mierda? En todo caso, mi mierda. Quiero que seas mía, que estés conmigo. Deja que cuide ti.
Martina respiró profundo. Estaba acojonada; no sabía qué decir, ni cómo reaccionar a esa propuesta. Lo único que sentía era placer, seguridad y tranquilidad. Algo que una mujer no le hizo sentir nunca, lo cual, le daba mucho miedo.
-Yo...No sé qué decir. Agradezco que estés malgastando tu tiempo abrazándome y haciéndome compañía. Pero no sé si yo podré darte algo. No tengo nada que ofrecerle a nadie, todo me sale mal. Siempre hago daño a las personas que quiero, y si en algún momento llegara a amarte, seguro que terminarías odiándome. ¿Lo entiendes?
-No. No lo entiendo. Creo que deberías darte la oportunidad de ser mejor persona. De mejorar, de amar de una vez por todas. Que algo te haya salido mal no quiere decir que te vaya a ocurrir lo mismo. Déjate ser feliz, anda.
Ella dudaba de él, pero también de sí misma. Martina no se veía capaz de empezar a conocer a alguien, pero mucho menos se veía besando unos labios de hombre. Por el contrario, deseaba hacerlo. Esos labios tan gruesos que adornaban la cara del moreno que tan fuerte la agarraba le volvían loca. Le atraían.
-Debo irme. Gracias otra vez.
-¡Espera! Quiero que sepas que yo te seguiré esperando, aquí. Todas las tardes, así que ven cuando me necesites.
Martina se levantó y dejó allí a aquel misterioso hombre.

lunes, 4 de noviembre de 2013

18 muxu.

Gaur nire lagun onenetariko baten eguna denez, askotan eskatutako zerbait egitea erabaki dut: euskaraz idaztea, beregatik.

Nor da Irati? Nire inguruan existitzen den pertsona onenetariko bat. Beti laguntzeko prest; entzutzeko, aholkatzeko. Beti barrezka, momentuak behar bezala biziz.

Irati bizia da, barrea, adiskidetasuna. Bere malkoak, nireak dira. Nire barreak, ordea, bereak.
Irati zorotasunaren seinalea da. Egunak eta gauak aprobetxatzen onena; ez du segundu bat ere ez galtzen. Eta nik horretan asko miresten dut.

Irati, niregatik egin duzun guztia ez dut inoiz ahaztuko. Ezta ere zure etxean igarotako arratsaldeak edo ostiraletako gau perfektuak. Beti zaude nire ondoan fisikoki ez baldin bada ere.

Maite zaitudala, badakizu. Baina agian ez dakizu zenbat...Gure arteko harremana hain da sendoa, bukaezina dela esateko ausartzen naizela.

Mesede bat eskatu nahi dizut oparitxo honi amaiera eman baino lehen: ez aldatu. Ez aldatu ezer. Zure begiek adierazten duten alaitasuna hor gelditu dadila betiko. Zure barre algarak entzuteko prest nago, benetan. Betirako!

18 muxu haundi bidaltzen dizkizut, pitu!

domingo, 3 de noviembre de 2013

'Cierra los ojos'

DUODÉCIMO CAPÍTULO:

Sábanas arrancadas, mantas por el suelo y Martina tirada en la cama, sola. No recordaba nada de lo que había pasado; solo el beso después de abrir la puerta. Nada más.

Estaba desnuda, fría como el hielo. La habitación parecía haber sufrido el temblor de un terremoto. Pero no. Eso no ocurrió.

Se tapó con una bata negra y echó un vistazo por la casa. Todo por el suelo. Como si alguien hubiera entrado buscando algo que Martina escondía.

-¡Joder! -gritó de impotencia-. Me ha utilizado. Pasa la noche conmigo, y cuando me duermo, me registra la casa. ¡Maldita sea!

No se lo podía creer. De hecho ni lo entendía. ¿Por qué Raquel buscaba eso que tan guardado tenía?

Pasaron unas horas hasta que pudo ordenar la casa, pero se sentía más tranquila. Su secreto aún estaba a salvo.

Se duchó, se vistió y salió en busca de la única persona con la que podía contar. Llegó hasta la playa y allí estaba, mostrando su piel al tímido sol.

-Te necesito -le dijo ella-.
Y él, solo le abrazó.