domingo, 26 de julio de 2015

Acción, reacción, (in)determinada felicidad.


   Supongo que tú, igual que yo, alguna vez te has cuestionado qué es la felicidad y si eres feliz o no. Iván se lo pregunta cuando se levanta de la cama y mientras se cepilla los dientes antes de acostarse. Son sus manías ya convertidas en costumbres. Él dice que lo primero que hay que saber sobre la felicidad es si es un estado de ánimo que perdura durante un (in)determinado tiempo, o si por el contrario, es un sentimiento, la reacción de una (in)determinada acción. Yo no lo tengo muy claro.

   Pensemos durante unos segundos: si tomamos como referencia el primer sentido de la felicidad, muy pocos de nosotros podríamos afirmar ser felices. Yo al menos lo tendría difícil pues no siento que todos los días lo sean. (Días, ya estoy marcando un determinado tiempo). Tiempo que quizá tenga algo que ver con que la felicidad simplemente sea un sentimiento igual que la tristeza. Por eso habrá momentos en los que toquemos la felicidad. 

   Iván cuenta que él conoció la felicidad como un estado de ánimo permanente en el tiempo desde que tuvo uso de razón (cuatro años más o menos) hasta la adolescencia. Después se convirtió como las luces intermitentes de los coches: estaba ahí parpadeando, señalando algo. Su felicidad cambió tanto como él; aparecía muy poco por casa, a deshoras y de raras maneras. 

   Él ahora es feliz a ratos, quizá como yo, y no le va tan mal. No sonríe a cualquiera cuando pasea por la calle, solo a los bebés. Tampoco saluda amablemente a todos los vecinos de su edificio, solo a la del sexto. Y obviamente, no crea una vida ficticia en las redes sociales para que sus amigos ficticios lo envidien, solo comparte los momentos en los que toca la felicidad. Como yo, como tú y como... ¿todos?