lunes, 19 de junio de 2017

Diez contradicciones mías

Yo misma haciendo una peineta en una escursión de la ikastola 

Me agobia tener que montar en tres buses para llegar a casa pero reconozco que es mi transporte favorito.

Me encanta el pelo corto aunque yo lo llevo por la cintura.

Odio que alguien se muerda las uñas y yo llevo años intentando dejarlo.

En invierno me gusta el calor y en verano, lo odio.

Me pone muy nerviosa escuchar la música de cascos ajenos pero yo los llevo al máximo.

Todavía no tengo los títulos oficiales de euskera e inglés y reconozco que son imprescindibles.

No me gusta Risto Mejide pero le sigo en todas sus redes sociales.

No me gustan los tatuajes en color y el próximo que me haga va a llevar algo rosa.

Soy una miedica pero adoro ver películas de terror cuando estoy sola en casa.

Soy atea pero de mi cuello cuelgan una señora con un bebé (la Virgen María con el niño Jesús) y un señor con el mismo bebé ( San José con el niño Jesús, creo).

Me enfada que la gente se contradiga aunque en menos de cinco minutos haya encontrado tantas contradicciones mías.

Todas y cada una de las personas que conocemos, o conoceremos, son el resultado de lo que fueron y los rayos de luz de lo que serán. Yo, como podéis observar, he encontrado más de diez contradicciones cotidianas que me acompañan día tras día y solo he tenido que pararme a pensar. Están ahí, sin hacer ruido, quietas. Están ahí y el resto del mundo se da cuenta.

¿Pero a quién le importa eso?

Los pequeños detalles como mis uñas asquerosamente machacadas, las medallas del cuello, mis quejas sobre la temperatura que haga etcétera es lo que me distingue del resto. No desprecies tus contradicciones, ni tus manías, ni tus fallos. Nos amarramos a las virtudes, a los logros, a nuestras aptitudes en algo y a veces nos olvidamos de que realmente lo que nos hace especiales es eso, las contradicciones.






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