lunes, 27 de mayo de 2013

Destinada y supersticiosa.

El 16 de Julio de 2009, cumplí 13 años y fue mi peor cumpleaños, porque ni lo celebré.
Ahora entiendo por qué no lo hice. El destino me deparaba una de las peores experiencias: el acoso escolar.
Llegué a clase, todos me ignoraban, encontraba insultos y amenazas escritas en mi mesa y muchas otras cosas que no me apetece recordar.
Ese curso, con mis 13 años, tuve que aprender a ser fuerte (casi) sola, porque solo permanecieron a mi lado tres amigas y mis "guardaespaldas" (los chicos a los que les debo todo).
Aprendí a pasar demasiadas horas sola.
A soportar que me miraran con desprecio.
A guardármelo todo, sin contarle nada a mis padres o profesores.
A mentir, escondiéndome en el camarote para no ir a clase.
A fingir que me ponía mala para que me sacaran de aquel cuarto.
A sentir odio hacia personas que anteriormente apreciaba.
Pero sobretodo he aprendido a PERDONAR.
Sé que nunca se me olvidará, porque la herida fue muy profunda, pero no me sentía cómoda sintiendo asco,desprecio y odio hacia las que un día fueron mis amigas.
No se me olvidará porque lo que apredí no te lo enseñará nunca nadie.
Por todo esto y mucho más,siento ODIO hacia el número 13.
Por todo esto y mucho más, repito constantemente que el curso más complicado que he pasado ha sido tercero de la ESO.
Ahora, que han pasado cerca de cinco años, me siento todavía más fuerte.
Pero esa experiencia me ha afectado mucho en la personalidad, ya que, siento el destino dentro de mi cuerpo.
Sé que me manda señales.
Sé que yo las tengo que interpretar.
Si me pasó es, porque el destino...
Decidió que debía ser fuerte para superar todo lo que estoy superando día tras día.
Decidió que tenía que valorar mucho más a las personas que permanecieron a mi lado, como Miren, Miriam, Gorka, Aiert...
Decidió que yo creyera en ello, y que hoy en día sea mi filosofía de vida: todo pasa por algo, hay que interpretar las señales que recibimos.
P.D: Mi objetivo no es que nadie se ofenda con este texto, pero es parte de mi vida y en ocasiones comentaré ese maldito año, del que TODOS aprendimos.

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